domingo, 2 de agosto de 2015

El Búho

Por David Arturo Soffer Platas

Muy pocas cosas en esta vida permanecen contigo para siempre. Un tatuaje, como trata de enseñarte a ti, lector, es una de ellas. Con estas crónicas tratamos de explicar a la gente que una marca de esta magnitud no es lo que todos creen. No solo implica dolor y tinta. También implican recuerdos, experiencias, lágrimas, sonrisas, vida. O muerte. Hoy, te vengo a contar una historia que explica no solo un tatuaje, si no una vida entera.

Hace 7 años yo vivía en Coatzacoalcos, Veracruz. Provengo de una diversa mezcla de culturas que, al final, solo terminaron por fastidiarme en el sentido en que solo un adolescente puede entender. Yo vivía una vida normal y corriente: tenía amigos, era parte de un equipo de baloncesto, jugaba videojuegos y -¿Por qué no?- tenia pésimas calificaciones. Si algo he aprendido de la vida es que, cuando más te sientes seguro y con los pies en la tierra, la vida se encarga de darte una patada en el estomago y te quita, en un minuto, todo. Pobre de ti si no entiendes que la vida es efímera y cambiante.

Un día, llega una carta al lugar que yo denominaba mi hogar, nada extraordinario. Mi madre, una abogada de profesión que dejó de ejercer para cuidar a la más descarriada y molesta de las  ovejas de la familia (yo obviamente), abrió el sobre que contenía una bomba que destruiría los cimientos de mi familia y de mi mundo. Sorpresa, tienes cáncer. Mis padres, dentro de la obvia desesperación que acaece una noticia de tales proporciones, nos dijeron a mi hermano y a mí una frase que irónicamente tendré tatuada el resto de mi vida en mi corazón y en mi mente: “Tomen lo que más aprecien en este mundo que nos vamos en unas horas al Distrito Federal”. Y así, en un segundo, cambio mi vida.
 Mi madre lucho ferozmente con tal enfermedad. Logro vencerla solo para recaer más fuerte después. Durante 4 años, la vida se convirtió en un angosto túnel lleno de lágrimas, angustia, miedo, calvicie y efectos secundarios. Hasta que por supuesto paso lo que tenía que pasar. Te preguntaras, querido lector, ¿Qué tiene que ver todo esto con los tatuajes? Deja te explico lo que pasaba por mi mente en los últimos años de vida de mi madre. Trata de llegar a una ciudad extraña, llena de gente con prisa, de gente en la que NO se puede confiar. Trata de encajar en una ciudad que no tiene ninguna enseñanza o cultura que aprendiste durante toda tu infancia. Agrega un poco de crisis familiar y enfermedad a tu hogar. Pon una pizca de adolescencia y tendrás un delicioso adolescente agresivo, prepotente pero sobre todo, solitario.

En mi desesperación busque, como todo buen ser humano, escapar de mi realidad. Salía de mi casa a las seis de la mañana para regresar a la media noche. ¿Qué tanto hacia? Ni me lo preguntes, esa es arena de otro costal. Lo que si me queda claro es una cosa: abandone a mi madre cuando más me necesitaba. Como todo un cobarde, no pude resistir ver tanta muerte en mi llamado “hogar”. Tomando en cuenta que mi padre murió un año antes que mi madre perdiera la batalla, es lógico que un joven con poco carácter huya de una realidad así.

En fin, una vez que te puse en contexto te explicare el por qué de este tatuaje. Este tatuaje me lo regalo una de las personas más valiosas que he encontrado en la vida. Esta persona me ha cuidado y protegido, me ha levantado cuando me he caído y me ha enseñado a dar siempre lo mejor de mí. Ella sabe el significado de esta marca en mi cuerpo y quiero compartirlo contigo, nuestro lector. Una de las principales características de los Búhos, o al menos una de las cualidades que nosotros los humanos le adjudicamos a esta ave es la de la sabiduría. Esto es, a mi parecer, la principal enseñanza que me dejo mi madre. Frases como “conecta el cerebro con la boca” y “para que exista un pleito deben de haber dos” rigen mis valores y mi conducta. Son axiomas que tomo como punto de partida para tomar cualquier decisión o enfrentar cualquier problema en mi vida. En segunda instancia esta el obvio significado que tiene el Búho para los abogados (profesión que como ya comente antes era la que ejercía mi madre). Pero sobre todas las cosas, cada que me miro al espejo y veo en mi espalda esta ave, me siento protegido, siento que tengo quien vigile mis espaldas y recuerdo el mensaje que me dejo mi madre al morir: “La Familia es Primero”.

Me arrepiento de no haber apoyado de manera apropiada a mis seres queridos en los momentos de más necesidad, pero me siento orgulloso de voltear al pasado y ver que me he convertido en un hombre con carácter. Gracias por leer esta entrada y espero que esta historia te inspire en el momento de hacerte tu próximo tatuaje. Recuerda siempre que... 

“Un tatuaje duele menos, cuando significa mas”.


1 comentario:

  1. Es muy hermoso lo que compartes David. Me sacó un par de lágrimas saber lo que pasaste en esos momentos. Mi solidaridad y mi corazón es contigo. Te deseo todo lo mejor del mundo porque eres un joven valiente que aprendió a golpes el virar del mundo, pero que sobre todo eso te hace hoy un hombre hermoso.

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