domingo, 2 de agosto de 2015

¡Ay mamá!



Era una tarde lluviosa de un primero de julio, corría el año 2015 y hace una semana decidimos embarcarnos en esta aventura. Déjenme contarles como ocurrió.







Un buen día se me ocurrió entrar a un  concurso para ganarme un tatuaje  digo a quien no le gustaría ganarse uno gratis) decidí que sería fácil  ganarlo; el concurso consistía en ser el like número 1007 en la página de cierto estudio de tatuaje. De manera que pensé, ya que al sitio solo le faltaban 3 personas para llegar al susodicho número, la manera más fácil de ser yo la ganadora de tan preciado trofeo seria pedirle a unos cuantos amigos y a mi madre que le dieran like.



Ya que todo estaba listo, y solo faltando una persona para el premio, tome el celular de mi progenitora con la excusa  de ayudarle a actualizar su información en su perfil de Facebook (mi cabeza no dejaba de pensar: "ya sabes lo que opina mamá sobre esto, una vez que lo consiga nada podrá decirme"); pero oh sorpresa, Mónica no contaba con que una persona ya había dado ese famoso "me gusta" faltante al dominio.



Justo cuando estaba saboreando la victoria y esperando el ansiado premio, ocurrió lo que más temía y nadie esperaba.



La página anunció a los ganadores y para sorpresa de todos la acreedora a ellos era nada más y nada menos que: mi madre. A los pocos minutos sentí la presencia en mi cuarto de un ente un tanto enojado, un tanto sorprendido. Mi mamá



.



Entro con el celular en la mano y diciendo: 



-¿Qué hiciste y quien es esta persona? ¿Porque están ofreciéndome un tatuaje?







Mi única respuesta fue echarme a reír. Fue tal la sorpresa que no pude evitarlo y simplemente no podía parar de hacerlo, hasta que recibí uno de sus famosos "estate quieto o te doy otro" y le conté lo que ocurrió.  Tuve que decirle, en primera instancia que había estado cazando, por llamarlo de alguna manera, el hecho de poder tener un tatuaje gratis y en segundo, que utilice su perfil para lograr mi cometido, pero un error en las cuentas hizo que ella fuera la ganadora.



Después de meditar y algunas miradas serias, en lugar de declinar y decir que no a la oferta, decidió que ella quería ponerse el tatuaje, y así demostrarme que si yo volvía a usar su cuenta para ganar algo, ella se haría con el premio. 



Y así fue, cierto número de pláticas y una visita al tatuador bastaron para que decidiera el diseño y marcáramos la fecha en el calendario. 



Una semana después heme aquí, sentada,  en un departamento en la colonia Roma, esperando a que ella se haga su primer tatuaje, veamos como terminara esto; dice que tiene miedo, pero yo se que terminara haciéndoselo.

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