Era
una tarde lluviosa de un primero de julio, corría el año 2015 y hace una semana
decidimos embarcarnos en esta aventura. Déjenme contarles como ocurrió.
Un buen día se me ocurrió entrar a un concurso para ganarme un
tatuaje digo a quien no le gustaría
ganarse uno gratis) decidí que sería fácil ganarlo; el concurso consistía
en ser el like número 1007 en la página de cierto estudio de tatuaje. De manera
que pensé, ya que al sitio solo le faltaban 3 personas para llegar al susodicho
número, la manera más fácil de ser yo la ganadora de tan preciado trofeo seria
pedirle a unos cuantos amigos y a mi madre que le dieran like.
Ya que todo estaba listo, y solo faltando una persona para el premio,
tome el celular de mi progenitora con la excusa de ayudarle a actualizar
su información en su perfil de Facebook (mi cabeza no dejaba de pensar:
"ya sabes lo que opina mamá sobre esto, una vez que lo consiga nada podrá
decirme"); pero oh sorpresa, Mónica no contaba con que una persona ya
había dado ese famoso "me gusta" faltante al dominio.
Justo cuando estaba saboreando la victoria y esperando el ansiado
premio, ocurrió lo que más temía y nadie esperaba.
La página anunció a los ganadores y para sorpresa de todos la acreedora
a ellos era nada más y nada menos que: mi madre. A los pocos minutos sentí la
presencia en mi cuarto de un ente un tanto enojado, un tanto sorprendido. Mi
mamá
.
Entro con el celular en la mano y diciendo:
-¿Qué hiciste y quien es esta persona? ¿Porque están ofreciéndome un tatuaje?
Mi única respuesta fue echarme a reír. Fue tal la sorpresa que no pude
evitarlo y simplemente no podía parar de hacerlo, hasta que recibí uno de sus
famosos "estate quieto o te doy otro" y le conté lo que
ocurrió. Tuve que decirle, en primera instancia que había estado cazando,
por llamarlo de alguna manera, el hecho de poder tener un tatuaje gratis y en
segundo, que utilice su perfil para lograr mi cometido, pero un error en las
cuentas hizo que ella fuera la ganadora.
Después de meditar y algunas miradas serias, en lugar de declinar y
decir que no a la oferta, decidió que ella quería ponerse el tatuaje, y así
demostrarme que si yo volvía a usar su cuenta para ganar algo, ella se haría
con el premio.
Y así fue, cierto número de pláticas y una visita al tatuador bastaron
para que decidiera el diseño y marcáramos la fecha en el calendario.
Una semana después heme aquí, sentada, en un departamento en la colonia Roma, esperando
a que ella se haga su primer tatuaje, veamos como terminara esto; dice que
tiene miedo, pero yo se que terminara haciéndoselo.
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